Existen personas o familias enteras que gustan de la compañía de los perros, los cuidan y los protegen porque también forman parte de su familia. En la actualidad, incluso, han surgido distintas asociaciones sociales encargadas de la protección y de brindar métodos de adopción para los canes que viven en la calle o que han sido abandonados.
De acuerdo con datos del Inegi, México es uno de los países de América Latina con el mayor número de perros, el cual oscila en los 19 millones de animales. De ellos, sólo un porcentaje tienen dueño, otros más viven en la calle. Aunque algunos dueños sí son responsables de su mascota, otros animales que también pertenecen a alguien, no gozan de la misma suerte.
Entre los principales problemas que surgen por una falta de responsabilidad de algunos dueños es que sacan a sus perros a defecar a la calle y no recogen sus heces; aunado a esto, existe una amplia población de perros callejeros que también defecan al aire libre. Este material fecal se queda en las calles, ocasionando problemas ambientales y de salud, tanto para las personas como para otros animales.
El doctor Alberto Tejeda Perea, de la Facultad de Medicina, Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, destacó que “el concepto de tenencia responsable no es precisamente lo que más prevalezca, por lo menos para nuestro país. ¿Qué implica ser un dueño responsable? Que si tengo un animal de compañía, tendría que estar al pendiente de todas sus necesidades, por un lado, pero también de los problemas que pudiera generar y uno es la producción de heces. Un dueño comprometido tratará que ese problema no ocurra, ni siquiera en la calle o cerca al lugar en donde esté al animal”.
De acuerdo con una clasificación de cercanía con los humanos, existen los perros restringidos, que se encuentran limitados a un espacio y a un propietario; además están los semi restringidos, que sí podrían tener un dueño, pero no habitan solo un espacio, sino que los dejan salir a la calle. Y finalmente se encuentran los ferales, que son animales que pueden cazar o vivir gracias a los tiraderos de basura sin tener contacto directo con humanos.
Existen alimentos comerciales que reducen la cantidad de excremento, sin embargo, los alimentos comerciales de menor calidad o inclusive la comida casera normal incrementa la cantidad de heces y la consistencia de éstas.
Estos perros, sin un control de nutrición, probablemente van a realizar una gran cantidad de heces y si no hay un propietario que se encargue de retirarlas de la vía pública, se irán acumulando, porque en México, a diferencia de otros lugares como en Francia, no existe un servicio de limpia de excremento de perros, explica el investigador integrante del Laboratorio de Etología y Fauna Silvestre.
Nuestro país es el que mayor número de perros tiene de América Latina, por lo tanto, dice el doctor Tejeda Perea, habrá una gran cantidad de animales que definitivamente van a defecar en la calle. La mayoría de las veces las heces se quedan, se deshidratan y se van pulverizando.
Además, estos perros que no tienen dueño difícilmente habrán sido desparasitados, consumen agua de sitios en los que pueden adquirir parásitos como la giardia y si también tienen una conducta de coprofagia (consumo de heces) podrían estar reinfectándose de parásitos que podrían transmitirse al humano.
La mayoría de las enfermedades parasitarias de los perros son transmisibles al humano. Por ejemplo, la toxocariosis, producida por el parásito denominado Toxocara canis, es transmitida por la materia fecal de los perros y su fase larvaria se encuentra en las heces.
“Esa fase tiene que incubarse en el ambiente, entonces, al dejar el excremento expuesto a las condiciones de oxígeno, humedad y tierra, provoca que la fase infectante de un parásito pueda ser ingerida por el humano”, explica la doctora Yazmín Alcalá Canto, de la FMVZ de la UNAM.
Agrega que los niños pueden ingerir el parásito cuando comen tierra, por ejemplo, cuando juegan en un parque o jardín, donde puede haber excremento de perro expuesto, quizá de hasta dos o tres semanas y en condiciones favorables del ambiente para el desarrollo de Toxocara.
El parásito Toxocara puede causar una distensión abdominal leve, problemas gastrointestinales y hasta ceguera, porque la larva empieza a migrar en el organismo del humano y al ver que no está en un perro entra en estrés y se convierte en un parásito errático, y se va a órganos como el hígado, la cámara ocular. Muchas veces la infección se llega a confundir con un tipo de cáncer conocido como retinoblastoma.
“Toxocara es un problema y lo hemos identificado en las jardineras de varios parques de la Ciudad de México. Hemos ido a recolectar muestras tanto frescas como de varias semanas y hemos encontrado presencia de este parásito”, informa la investigadora. Otra enfermedad es la ancylostomosis, provocada por un parásito, denominado Ancylostoma caninum. Este parásito también tiene la capacidad de penetrar por la piel y le gustan los suelos arenosos. En parques en los que existen areneros o incluso en las playas, es muy común su presencia y si no es ingerido, también puede ser adquirido vía cutánea.
Otra enfermedad es la ancylostomosis, provocada por un parásito, denominado Ancylostoma caninum. Este parásito también tiene la capacidad de penetrar por la piel y le gustan los suelos arenosos. En parques en los que existen areneros o incluso en las playas, es muy común su presencia y si no es ingerido, también puede ser adquirido vía cutánea.
“Ahora la gente va mucho a la playa con sus perros, la mayoría de los hoteles se han vuelto amigables a los animales de compañía pero no recogen la materia fecal. El suelo arenoso, poroso, es muy favorable para este parásito; la gente anda descalza ahí y si no se recogen las heces van a empezar a presentarse muchos cuadros de ancylostomosis en humanos a causa de la presencia de materia fecal de perro en suelos arenosos”, destaca la investigadora.
Los perros pueden infectarse con estos parásitos al comer o lamer la materia fecal de otro animal infectado. En el caso del humano se infecta si manipula o juega con la arena o la tierra que hay en un parque que contiene heces o si toca una superficie que esté infectada y que posteriormente no se lave las manos e ingiera algún alimento.
Otro parásito común de encontrar en las heces de los perros es Giardia; provoca problemas gastrointestinales severos, diarreas crónicas, colitis crónicas tanto en los perros como en humanos. Es difícil de remover y, al igual que Cryptosporidium, lo único que los mata es exponerse directamente a la luz solar durante por lo menos 4 horas, así como la remoción mecánica.
Cuando las heces se secan y se pulverizan, hay agentes, sobre todo huevos de cestodos, por ejemplo, Echinocococcus granulosus, que puede llegar a estar en perros que hayan consumido vísceras o carne cruda de borrego o de cerdo que haya tenido la fase larvaria.
La investigadora destaca que estas problemáticas pueden presentarse tanto en perros que tienen dueño como en aquellos que viven en la calle, ya que los primeros, aunque sí han sido desparasitados, cuando sus dueños los sacan a la calle, pueden oler o lamer el pasto de algún jardín donde previamente hubo materia fecal infectada de algún otro perro que no había sido desparasitado.
Concluye que sí es un gran problema la presencia de propágulos de parásitos en las excretas de perros que son transmisibles al humano, por lo que lo ideal es recogerlas y desecharlas apropiadamente; es recomendable realizar pruebas coproparasitoscópicas en los perros para saber si es necesario desparasitarlo, aunque -dijo- en medicina veterinaria se opta preferentemente por la desparasitación preventiva en el caso de perros por la relevancia en salud pública.